***Capítulo 4, escrito por: Deianne***
-¡Serena!- Gritó Gerónimo enfurecido mientras de su ropa escurría el agua sucia. Él miró hacía arriba para encontrarse con el rostro burlesco de Serena, que lo miraba desde una de las ventanas del séptimo piso.
-Diría que lo siento Gerónimo, pero sería una hipócrita-Vociferó ella entre risas desde donde se encontraba.
-Te recomiendo que desde ahora en adelante te cuides-Mascullo él entre dientes observando como ella le hacia un gesto obsceno con la mano- de un Salvatierra no te burlas así como así.
El joven camino con pasos agigantados hacia su nuevo auto último modelo, y una vez dentro, lo dirigió hacía la empresa en donde trabajaba su padrino.
Valentín entró en el baño y se encontró a Serena desternillándose de la risa sentada sobre un balde. La escena le causo un tanto de gracia, aunque era extraño que ella se riera sola, ¿No estaría un poco loca?
-Oye, “Srita desastre”, ¿Qué es lo que te causa tanta risa?...-Ella tomo aire y le miró con los ojos llenos de lagrimas.
-Es que, es que-Ella corto el monologo y volvió a soltar otra carcajada-Yo estaba tirando el agua por la ventana cuando, ¡Ja, ja!, es que es tan gracioso...
-¿Cómo que tiraste el agua por la ventana, Serena?-Le preguntó él horrorizado.
-¡Chist!, déjame continuar, luego me reprendes. Y cuando yo tiro el agua, el idiota de Gerónimo pasa justo por abajo y recibe un chapuzón, ¡Ja, ja!, si lo hubieras visto estarías como yo, el rostro que puso, ¡Ja, ja!; como si hubiera comido un limón-Se secó las lagrimas con el dorso de su mano.
Él la miró un tanto extrañado.
-Dime, Serena, ¿Qué es lo que se traen tu y él?, están siempre en constante guerra, no cruzan dos palabras sin un insulto y se lanzan esas clases de miradas de películas de terror.
-¡Oh!, eso es una larga, larga, larga historia, ¿Tienes tiempo?...
-Pues sí, mucho en realidad, no tengo nada importante que hacer, claro, aparte del trabajo, pero eso puede esperar.
-Bien, entonces vayamos a la sala, porque este no es el lugar más apropiado para entablar una conversación ¿No te parece?-Le comentó mirando el baño decorado con una indumentaria muy delicada- No entiendo porque pones todas las toallas en orden cromático.
-Porque creo que se ven mejor, ahora deja de cuestionar mis manías y vamos a la sala, preparare un café y me cuentas-Dijo Valentín ofreciéndole la mano amistosamente. Ella la miró malinterpretando el mensaje, y con ilusión cruzo sus dedos suavemente con los de él, que no se percato de la tensión romántica de la situación.
Una vez que Valentín preparó los dos cafés y los hubo puesto sobre la mesita ratona de caoba, se sentó frente a Serena y le dirigió una mirada inquisitiva.
-Esta bien-Dijo ella tomando el primer sorbo de café-Todo empezó una tarde, cuando yo tenía doce años- Y su mente voló tiempo atrás.
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Sus pequeñas manos sostenían aquella carta, la apretaba entre sus dedos con fuerte y determinante presión, sin embargo su nerviosismo se hacia presente mediante el temblor de todo su cuerpo. Su mirada clavada en el suelo, su rostro bajo, cabeza agachada, extendiendo esa carta, aquella carta, sellada con una pequeña estampa rosada en forma de corazón. Su rubio cabello caía en cascada ocultando su mirar.
Pasaron los segundos, pero él no la tomó…no tomó la carta. Allí seguía entre sus manos, ya húmedas. Recordó cuantas veces la escribió, cuantas veces pensó en cada una de las palabras que puso allí con todo su sentimiento. Sin embargo, las manos de él seguían en cada uno de los bolsillos de su pantalón Levieur la mejor marca de ropa importada de Paris Francia….
Entonces era cierto…era cierto lo que todas le dijeron.
Ella lo había querido desde el primer momento en el que lo vio, ella lo había admirado desde el primer momento en el que lo escucho hablar, ella lo había idolatrado desde el primer momento en el que él, saco el primer puesto en su salón, con un examen prácticamente perfecto. Ella lo quería, lo quería de la manera mas pura y sensata, él le parecía el niño mas bonito e inteligente del planeta tierra, cuando ella lo miraba; no podía evitar soltar pequeños suspiros, cuando lo escuchaba hablar, se quedaba viéndolo completamente pasmada, cuando veía como él estudiaba, siempre quería ser como él. Tan perfecto…No por el hecho, de que Gerónimo Salvatierra era hijo del gran jefe de policía, o que algún día seria el heredero de una parte sabrosa de acciones de las empresas de su padre, o por que su futuro seria brillante “obviamente”, y que eso quería conllevar a decir, que la “mujer” de Gerónimo Salvatierra no quedaría atrás. Pero Serena no estaba en esas, en realidad solo quería conocerlo, solo quería conocer un poquito mas a su querido Gerónimo.
Era una verdadera lastima, que a él. A Salvatierra Gerónimo…Serena no le parecía una niña bonita, tampoco le parecía una chica interesante, mucho menos inteligente, es mas, seamos sinceros, Salvatierra Gerónimo, ni siquiera sabia que Serena Márquez existía, bueno “en realidad” él era del tipo de niños que deja el asunto de las “niñas” como un tema intocable, y que toma la parte de su vida menos importante. En fin, él ni siquiera sabía su nombre. Pero “ella”…sabía todo de él, desde su fecha de cumpleaños, hasta su platillo preferido.
Y allí estaba con doce años de edad, Si, muy pequeña, pero como dicen “para el amor no hay edad” ¿será? …en fin, retornando. Después de tres largos años de primaria que había pasado a lado de su amado Jerónimo, Serena había tomado el valor suficiente, para escribir una carta. Así es, una carta.
Haciendo caso omiso a los consejos de sus amigas, y las burlas de sus amigos, debido al seguro “rechazo” que recibiría por parte del Salvatierra, Serena tomo una lápiz y una hoja de papel, y en aquella habitación suya, dedico toda su tarde para hacer lo que seria una “perfecta” carta declaratoria.
Y ahora, recién estando allí, con las manos extendidas, agarrando la “tan” importante carta, se dio cuenta que todos tenían razón. Si Gerónimo habría sido el niño más bonito e inteligente, pero era el menos sociable, y tampoco se caracterizaba por ser una personita amable, cabe recalcar que ni siquiera dedicaba algo de tiempo para ver a las niñas.
-Espero que no sea, lo que pienso que es.-
Era un niño, si un niño de doce años, pero, solo Dios sabe, lo cargadas y rastreras que podrían ser sus palabras, parecía que de su boca solo salía veneno, o es que era algo así como una serpiente. Serena muy dudosamente subió su rostro a tal modo que pudiese observar al muchacho, aunque era claro que no estaba en las posibilidades de enfrentarse contra esa dura y sofocante mirada, tan solo trato de encararlo.
-Yo...yo…-no podía decir absolutamente nada. Ni siquiera podía formular palabra, le era tan difícil hablar con él, pero claro, si en los tres años que estuvo en su mismo salón, no se digno ni siquiera a poder encararlo o presentarse. Prácticamente para Gerónimo, la aparición de aquella niña, fue completamente “rara”, si, muy rara, nunca le había visto en su vida.
El rechazo fue contundente, él se caracterizaba por tener una honestidad tan borde, que con sus palabras podría herir al mejor semental. Serena no era muy fuerte que digamos, Serena era muy sensible, se caracterizaba por ser una niña enfermiza.
Ella lloro, mientras los demás se reían, y él se dedico a ser “honesto” como era su costumbre. Él se tomo la molestia, de recalcarle a la niña lo “Poco” que le conocía, es mas, ni siquiera sabia que ella existía, y también le dijo, lo pesado que se le hacia cargar con niñas “tontas” y de paso “enfermizas”.
Serena lloró.
Gerónimo la ignoró olímpicamente.
Y los demás rieron. Sus risas resonaban fuertemente en su oído, se hacían risas maliciosas, malignas, mientras se veía así misma señalada por todos los otros, que se hacían la burla, la burla porque la tonta niña se hizo de ilusiones para estar con alguien como Salvatierra Gerónimo
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-Y te juro que desde ese día lo odie con todo mi ser y él me odio a mí, esa es toda lo historia, capaz te decepciono y te esperabas algo mucho más sorprendente, pero como quien dice es lo que hay.
Valentín no sabía que responder pero para su suerte el celular de ella sonó.
-¿Mamá?, ¿Cómo que te llamaron de una empresa para ver si iba a...? ¡Ups!, ¡Lo siento! ¡Lo siento!, es que estoy con un amigo y se me olvido, ¡Ya voy para haya lo prometo!- Serena colgó, guardo el móvil con rudeza en su mochila y le miro-
-Me tengo que ir Valentín, fue un placer, enserio- Le así grito atolondradamente- pero me olvide que tenía una entrevista de trabajo hace media hora.
-¡Oh!, esta bien Serena, no sé como puedes haberte olvidado...
-Es que se me paso tan rápido el tiempo, oye, antes de que también me olvide, la semana que viene se realiza el aniversario de mi graduación, ¿Te gustaría acompañarme?
-¡Claro!, ¡Pero ve que llegaras más tarde aun!-Le dijo él apurándola con las manos.
-¡Sí!-Ella corrió a él, le dio un beso en la mejilla y salió casi corriendo.
-¡Serena!-Le gritó él pero ella no le escucho-Te olvidaste tu mochila con todas tus cosas-Susurro para él mismo.
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