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CAPITULO 18, ESCRITO POR DEIANNE

CAPITULO 18, ESCRITO POR DEIANNE


La luz del alba choco contra el rostro de un dormido Valentín, despertándolo. Se sorprendió al encontrarse entre los brazos de Rodrigo. ¿Cuándo fue la ultima vez que había amanecido junto a alguien?.
Miró el rostro pacifico del pelirrojo y deseo con todas sus fuerzas llegar a quererle algún día. Estaba decidido a intentarlo porque él se lo merecía. Nunca nadie antes había hecho tantas cosas por él...sin esperar nada a cambio. Si no fuera por Rodrigo, él nunca hubiese reunido el valor para buscar a sus hijos...nunca habría reconocido que se interponía entre la relación de Serena y Gerónimo.
Miró al techo por una fracción de segundo y los recuerdos pasaron como una película frente a sus ojos.

Serena con el sol naciente por detrás montando en una bicicleta rosada.
Serena en el suelo insultando furiosamente a Gerónimo.
Serena burlándose de su exagerado gusto por el orden.
Serena diciéndole que era su mejor amigo.
Serena tropezando con su vestido rosado el día de aquella fiesta.
Serena con el rostro lleno de lagrimas al saber toda su verdad.


Serena, la torpe, el desastre mundial, la deslenguada, la descuidada, la irresponsable, la infantil...la señorita del desastre.
Serena Márquez, su ingenua y bella mejor amiga. Tan solo su recuerdo hizo que una genuina sonrisa de pintara en su rostro. ¡Cuánto la extrañaba!, y en ese momento la estaba necesitando más que nunca. Lo tenía a Rodrigo, de eso estaba completamente seguro pero algo le faltaba y era ella, su incondicional.
Se levantó lentamente de la cama y busco en su equipaje la libreta en donde acostumbraba a escribir. Sentándose en un gran sillón color marfil, miró a través de la ventana y sintió esa sensación que hace un tiempo que se le escurría. La magia fluyendo por sus venas, las letras volando en el aire esperando formar parte del papel blanco que tenía ante sí, las emociones haciendo latir su corazón, la mente rebozando de imágenes coloridas y alegres...el deseo de expresar todos sus sueños con la tinta. El indistinguible sabor de la inspiración.
Con su perfecta caligrafía titulo su nueva obra, “Querida Serena”.

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Serena tenía la mente lejos de su trabajo, y mientras peinaba a una jovencita no podía dejar de pensar en todo lo que estaba sucediendo. Los dos hombres que ella más quería le habían decepcionado y aun así no dejaba de quererlos.
Valentín, quien siempre le había parecido un joven pacifico, educado y honesto (aunque demasiado perfeccionista para su gusto), se había convertido de la noche a la mañana en alguien con un pasado escondido. ¿Era un mentiroso?
Gerónimo que siempre fue un pedante egoísta daba la impresión de haber cambiado por ella pero nada, sólo resulto una terrible decepción.
-¿Sabes qué?-Le dijo a la adolescente con una voz infantil-Los hombres apestan. Son todos iguales, nunca te confíes de ellos y mucho menos te enamores-La niña soltó una risita melodiosa pero no le contesto- ¡Yo no lo puedo creer!-Siguió quejándose cada vez con un tono de voz más alto- ¡Vaya!, Eh roto el record de enamorarme de dos idiotas en un solo año...¡aplauso para la inteligente!, primero te enamoras de un supuesto homosexual que después resulta no ser tan gay como creías porque tiene dos hijos y una esposa y luego, ¡Y luego como una tonta la crees al estúpido, egocéntrico, grosero y superficial chico del que has estado enamorado desde niña y que te ha humillado, que quiere cambiar por ti cuando lo único que desea es considerarte de su propiedad y acostarse contigo!-Una vez que termino de descargarse, con gran vergüenza descubrió que todos en el salón de belleza la miraban aguantando la risa. Los colores se le subieron al rostro y miró el reloj, era hora de irse y gracias a Dios había terminado con el peinado de la niña.
Con toda la poca dignidad que pudo reunir, se quito los guantes y la bata y salió de allí con porte digno. Su voz interior gritaba: ¡Trágame tierra!.
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Faltaban dos minutos para la nueve cuando Rodrigo despertó. Sintió un vació en la cama y miró alrededor para ver si su nuevo novio se encontraba por allí. Se tranquilizo al verlo sumido en un letargo junto a la ventana.
-¿Qué haces?-Preguntó el pelirrojo profiriendo un gran bostezo-¿Valentín?-El nombrado reacciono al escuchar su nombre y le sonrió con dulzura.
-Pues escribo, supongo que hoy, después de mucho tiempo he encontrado nuevamente mi inspiración.
Rodrigo sintió que su corazón saltaba al escuchar la confesión de Valentín, pensando que se refería a él.
-¿Y como has encontrado nuevamente tu inspiración, si me quieres contar?-Se animo a preguntar él, ilusionado.
-Gracias a Serena...-Dijo Valentín con precaución al notar lo ilusionado que estaba el joven pelirrojo. Le molesto de una forma extraña ver la abierta desencanto del muchacho.
-Oh, bueno, me alegro por ti entonces-Le regalo una de esas sonrisas encantadoras pero fingidas que él sabía darle. Valentín dejo su libreta en la mesita y se levanto del sofá.
-Siempre he sabido que el amor esta hecho de sacrificios por nuestro ser amado pero... no estoy preparado para que alguien haga este tipo de sacrificios por mi.
-Nadie esta preparado para ello-Comentó Rodrigo secamente esquivando la mirada del escritor.
-Lo sé...por eso te pido un poco de paciencia. Sé que no la merezco y que eres demasiado para mí, Rodrigo...no sé como pagarte todo esto.
-Deja de mencionarlo así, como si fuera tan importante Valentín-Dijo Rodrigo, mirándolo con lagrimas en los ojos- Es posible dar sin amar pero amar sin dar no lo es...y quiero que tu seas feliz, conmigo o sin mí...no es algo heroico y no tienes que devolverme nada, lo sabes.
-Sí, pero entiendo algo Rodrigo...Después de Santiago creí que el amor no existía, que toda felicidad se había acabado. Este ultimo tiempo he estado sumido en la oscuridad y por ello he lastimado a las personas que más aprecio. Yo creía que mi Santi era perfecto pero he descubierto que fue un cobarde, que me mintió y ni siquiera sé si me amaba de verdad pero no me arrepiento de haber estado con él, me hizo más feliz que nadie...aunque sus errores me han hecho ver que debo continuar con mi vida, sin culpabilidades, por fin me libere de las cadenas que me ataban a él...
Pero entre toda esa oscuridad hubo una pequeña luz, que cada vez se hizo más intensa...Serena. Si ella no hubiera entrado a mi vida, hubiera seguido el mismo camino que Santiago, pero Dios me mando un ángel para que me hiciera levantar vuelo nuevamente...
Rodrigo no supo que contestarlo y se sintió inmensamente tonto por haber tenido celos de esa jovencita unos momentos atrás.
-Siempre le estaré eternamente agradecido a ella-Contestó Rodrigo-Quizás ahora no te tuviera conmigo si no la hubieras conocido.
-Y yo igual, y luego tú, y aunque al principio te rechacé de la peor forma me abriste las puertas Rodrigo, me obligaste a enfrentarme con la peor parte de mí y gracias a ti estoy cometiendo la locura más grande del mundo...siento que ya te estoy queriendo...
-Y yo te he amado desde que te conocí, Valentín-Él mencionado se acerco lentamente a la cama donde aun estaba recostado Rodrigo, una vez sentado allí se inclino sobre él. Sus labios se encontraron en uno roce tierno, ese era su primer beso real...uno que nunca olvidarían.

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Giro la llave y la puerta se abrió. Se llevó una sorpresa gran al ver toda su habitación llena de ramos de rosas amarillas. Sus favoritas. Se adentro más y busco a su mamá que estaba en la cocina.
-¿Qué es todo esto?-Su progenitora no le respondió pero le entrego una tarjetita blanca de bordes dorados mientras le dirigía una sonrisa picara. Serena leyó la pequeña frase y una furia irrazonable la llenó por dentro. Arrojo la desdichada dedicatorio al suelo y la piso con frenesí para dos segundos más tarde, salir de su casa en busca de una explicación a todo ese espectáculo.
Cuando se dirigía a la casa del idiota que había forrado su casa con esas espantosas flores de cementerio (antes del suceso, sus favoritos) creyó escuchar la voz de él en un campo de fútbol. Se dijo que estaba alucinando pero sus sospechas se disiparon cuando el sonido se repitió. Se volteo para ingresar en el área verde pero no fue necesario, porque lo vio, como nunca antes.
¿Qué le pasaba?, ¿De repente se había vuelto loca?, ese no podía ser Gerónimo. Un joven parecido al que ella quería matar en ese momento estaba rodeado de niños y niñas huérfanos de la iglesia, corriendo detrás de una pelota.
Todos reían, gritaba y se divertían y fue cuando el joven levanto a una bonita niña por los aires, con una delicadeza inusual en uno hombre. Al terminar el giro, sus miradas se encontraron y la sonrisa se borró del rostro de Gerónimo. Dejó a la niña en el suelo y fue hasta donde estaba ella.
-¿Qué significa todo esto?, si puedo saber claro-Preguntó ella con las manos en la cintura. Todos los niños se pusieron detrás de Gerónimo.
-¿Quién es esa jovencita tan linda?-Preguntó la voz dulce de una niña detrás de él.
-Ella es la mujer a quien más amo en el mundo-Dijo Gerónimo mirando a Serena a los ojos. Todos lo niños rieron con su picardía natural.
-No puedo creer que los estés usando para que yo te perdone-Comentó ella indignada-¡¿Cómo puedes ser capaz?!-Le gritó, descargando toda su furia.
-¡Dame una oportunidad!, ¿Por qué me dices eso?, estoy tratando de cambiar, de hacer las cosas bien, ¡Y disfruto mucho estando con estos enanos!
-¡No seas hipócrita!, tu no cambias más y por favor deja de enviarme esas flores odiosas en mi casa porque las tiraré a todas a la basura.
-¡Serena! ¿Qué te pasa?, tu no eres así...
-¡Tú me pasas Gerónimo!, maldita sea, me estoy cansando de ser la tonta con las que todos juegan como quieren...-las lagrimas empezaron a escapar por sus mejillas.
-¿Porque lloras?- Atinó a preguntar Gerónimo. Al parecer no estaba muy seguro de cómo actuar en ese momento, pero si de algo estaba seguro es que no había otra persona en el mundo que mereciera menos sufrir que Serena. Ella no merecía derrochar ni una lágrima más, ella sólo comienzo de una felicidad eterna, la que él estaba dispuesto a darle.
-¡Tt-te odio! Snif snif! Te odio como jamás creí odiar a alguien en mi vida!-fue la dura respuesta de Serena sin siquiera mirarlo, tapando con sus manos su rostro y, a la vez, tratando de evitar inútilmente que las lágrimas escaparan de las mismas, como si el liquido no tuviera su ruta libre.
Todos los niños detrás de Gerónimo, a pesar de su corta edad, entendieron que debían irse y así lo hicieron.
-¡No, no lo haces!-Gerónimo la tomó por los hombros y, sin mucho esfuerzo, logró apartarla del pequeño caparazón que había formado con su cuerpo y en el cual estaba escondida. El rostro que quedó frente a él lo dejó sin palabras, era tan desolador, esos hermosos ojos castaños estaban ahogados por las lágrimas y ligeramente hinchados, sus labios rosas temblaban tratando de ahogar los gemidos de su dueña, y el rostro enmarcado por las lágrimas acompañado de la humedad del mismo, de su cabello y de todo el cuerpo, debido a la lluvia, la hacían ver como un pequeño ser abandonado-Aunque me des vuelta la cara, aunque no quieras llorar más por mi, siempre habrá algo de mi en tu alma porque habrá algo de mi en tus sueños.”-Tomó aire para respirar con un destello de suplica en sus rasgos-Porque siempre hubo y abra algo de mi en tu corazón...- la mirada de Gerónimo era tan intensa para Serena que se sentía en un sueño, uno de sus tantos sueños en los que su amado finalmente confesaba su amor por ella, pero esto... era real. La joven estaba hipnotizada por sus palabras, las cuales le resultaban también tan reales- Aunque se hayan apagado las ganas de seguir amándome...- Aunque el tiempo borre la ilusión... Nadie puede cambiar el pasado...-a cada palabra un paso más lo acercaba a su amada-... la memoria...-hasta quedar a tan solo centímetros de su rostro -... y la emoción- Susurró sintiéndose débil por la cercanía de su amada. El anhelo de probar esos labios, su desesperación por hacerlo.
-¡NO!- Exclamó la niña apartando no muy delicadamente a Arnold de ella y comenzando a caminar una vez más por la habitación...-¡No volverás a engañarme, Gerónimo Salvatierra!-Y empezó a correr, dolorida, dejándolo atrás mientras él empezaba a sumirse en un gran dolor.
“No”-Se dijo a él mismo-“No me daré por vencido, no te dejare, Serena...te mostrare que puedo cambiar...que a veces, me duele ser como soy”
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-¡Haber Luz, quiero que te pongas ese libro en tu cabeza y me muestres como va tu postura!-Le dijo Scarlett con severidad mientras la niña desfilaba frente a ella-Tus avances van muy bien, cuando lo logres te compraré esa barbie que tanto quieres.
-¡Gracias, Tía Scarlett, eres la mejor de todas!-Dijo la niñita con su linda voz.
-Y tú, Benjamín, ¿cómo vas con tu tarea?...
-Genial tía, ya casi termino con mi cuento para literatura, cuando lo termine quiero que lo veas-Dijo él y luego volvió a concentrarse en sus quehaceres. Scarlett sonrió orgullosa de sus dos “creaciones”.
El timbre sonó y Scarlett intuyo de que se trataba. Con su porte magnifico y su elegancia sin igual abrió la puerta y no sé sorprendió al ver a Valentín en el umbral.
-Ya tome una decisión-Dijo él con firmeza.
-Me muero por saber cual es...

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Lloraba tendida en su cama color rosa. No quería seguir amando a Gerónimo porque era tan egoísta, se valía de los niños más desvalidos para acercarse a ella, ¡tan insensible!. Lloró aun más y cuando ya casi no le quedaban lagrimas, una música lenta empezó a sonar fuera.
Se acerco extrañada a la ventana y lo que vio fue demasiado, tanto que las lagrimas empezaron a escapar nuevamente cuando creía que se habían secado.
Todos los niños formaban un circulo y cada uno tenía una vela que iluminaba la calle a oscuras, en el centro estaba Gerónimo. El cielo era de un aterciopelado azul y estaba lleno de estrellas. Todos sus vecinos estaban saliendo a la calle al ver el espectáculo, incluso su propia madre...
Una pancarta gigante se extendió desde las ventanas el edificio del frente, en ella estaba escrito en letras grandes y prolijas: “PERDONAME, MI VIDA ES UN SIGLO SIN TI”.
La música siguió sonando y se impresiono aun más cuando vio que Gerónimo comenzaba a cantar.
-“Mil y una historias he inventado, para estar aquí, aquí a tu lado y no te das cuenta que yo no encuentro ya que hacer...”-El la estaba mirando, sus ojos verdes llenos de lagrimas estaban clavados en la ventana por la que miraba ella. Su corazón se desboco de un momento a otro-Sé que piensas que no he sincero, sé que piensas que ya no tengo remedio, pero ¿Quién iba a decir?, que sin ti no sé vivir-El estiro su mano libre hacía ella y luego la pozo en su corazón- Y ahora que no estas aquí, me doy cuenta falta me haces...-Lo niños alrededor de él empezaron a balancear las velas de un lado a otro y fuegos artificiales empezaron a explotar en el cielo-¡Si te he fallado, te pido perdón de la única forma que sé, abriendo las puertas de mi corazón cuando decidas volver!, ¡Porque nunca habrá nadie que pueda llenar el vació que dejaste en mí, has cambiado mi vida, me has hecho crecer porque no soy el mismo de ayer!...¡Mi vida es un siglo sin ti!-
Serena lloraba cada vez con más potencia pero ya no era de tristeza, era de una felicidad inmensa, algo que nunca había experimentado, se sentía completa. Cerró la cortina y se precipito a correr por las escaleras, abrió la puerta y lo vio, arrodillado y con una ramo de rosas amarillas que quien sabe de donde habían salido. Pero no le importo. Corrió una vez más, hacía él, hacía su felicidad.
No hubo oportunidad para respuestas. Serena acortó rápidamente la distancia entre sus labios, ahogando en su boca un pequeño gemido de sorpresa por parte de Gerónimo. No hubo tiempo para siquiera apenas un roce antes de la unión, sólo una mirada, el contacto eléctrico de sus labios que recorría ahora hasta sus piernas y el palpitar de sus corazones aullando con silenciosa voz a unísono. Un apasionado beso se estaba llevando acabo. El anhelo y la ansiedad se plasmaban en cada caricia prodigada por la suave y delgada piel de seda que conformaban sus labios. En ese beso estaban dejando todos los sentimientos, el dolor, la locura. Estaban dejando su vida en aquel beso.
Todos a su alrededor, los peatones, los vecinos, los niños, estallaron en aplausos fervorosos ante aquella exhibición de amor. Una vez que se separaron, Serena le sonrió entre las lagrimas.
-Wow, ¡Te has humillado por mí, Gerónimo Salvatierra!
-Por verte un segundo Serena, lo haría mil veces más, te amo...nunca más vuelvas a dudarlo. Te amo más que a nadie, más que a mi mismo, más que a mi dinero, más que a mi mismo...Te amo.
-Yo también te amo Gerónimo...no puedo creer todo esto. Te debes haber gastado dinerales.
-Tú vales mucho más que todo esto-Y se volvieron a besar.


Un cartero estaba perdido entre toda esa multitud, era la cosa más extraña que le había pasado, llegar justo ante una declaración de amor de tal magnitud.
-¿Alguien de aquí es la señorita Serena Márquez?-Preguntó el cartero a gritos.
-¡Soy yo!-Gritó la rubia llorosa que se encontraba entre los brazos del amante desesperado.
-Una carta para usted-Dijo él cartero acercando a ella un poco cohibido y se la entrego-Firme aquí, por favor...-Luego de que él pobre hombre confundido se retiro. Ella miro el reverso de la carta.
-Es de Valentín-Anuncio en un susurro a Gerónimo.
-Pues léela-La animo él sonriendo.
-Tienes razón, entremos a casa.
Una vez adentro ella rompió el sobre y desplegó el papel que contenía. Empezó a leer la carta en voz alta.

-Querida Serena:
Aquí todo esta amaneciendo, como él día en que te conocí ¿Lo recuerdas?. Sé que debes estar muy enfadada conmigo y tienes todas las razones del mundo. Me fui sin dar explicaciones a nadie, lo sé...pero sobretodo y lo más importante, sin darte explicaciones a ti, mi mejor amiga.
Cometí muchos errores en mi vida, y por ello sé que hay equivocaciones buenas, como la que yo tuve tiempo atrás. Desesperado por negar mi naturaleza me casé con una bella mujer que estaba locamente enamorada de mí, Emma Pirovanni es su nombre, no la amaba claro esta pero tuvimos dos bellos hijos: Luz y Benjamín. A ellos si que lo amo con todo mi corazón. Ahora me encuentro en Londres, buscándolos, porque cuando deje a Emma por Santiago, ella los alejo de mí.
Los encontré, están bellísimos, no te imaginas cuanto, pero hay un problema. Emma esta desquiciada, y vive con su prima Scarlett que se ha hecho cargo de mis dos hijos. Le estoy eternamente agradecido por ello.
Cuando recibas esta carta seguramente estaré en el avión, acompañado de mi nuevo novio: Rodrigo (Me he dado cuenta que llegaré a quererlo), de Scarlett (Porque no puedo separarla de los niños), de Emma a quien internaremos en un sanatorio y de mis hijos, por supuesto.
Espero que puedas perdonarme...y que volvamos a ser tan amigos como siempre.
Te quiero mucho.
Valentín.

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