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CAPITULO 19, ESCRITO POR DEIANNE

CAPITULO 19, ESCRITO POR DEIANNE



Estaban recostados junto a la chimenea dentro de la casa. Serena miraba nostálgicamente el papel que tenía entre sus manos. Gerónimo lucía un poco perdido en sus pensamientos.
Él la abrazaba tiernamente por la cintura. El fuego de matices anaranjados iluminaba sus rostros.
-Me disculpare con él cuando regrese, Serena, si eso te hace feliz-Comentó él con la voz un poco forzada.
-Me encantaría que ustedes dos pudieran llevarse bien-Comentó ella mientras acariciaba el fornido pecho de Gerónimo-Después de todo son los hombres de mi vida.
-¿Eso quiere decir que ya lo has perdonado, Serena?...
-Creo que no tengo ya nada que perdonarle. Me ha dicho la verdad mediante esta carta, se ha sincerado, creo que merece otra oportunidad.
-Tú siempre tan buena-Susurró él. Enredo el rubio cabello de Serena entre sus dedos-Te amo por ello. No merecía que me perdones a mí, siempre he sido tan arrogante.
-Lo has pagado muy caro ya, Gerónimo, deja de torturarte. Yo te acepto así, como eres. Veo todo el esfuerzo que estas haciendo por cambiar, soy conciente de lo mucho que te cuesta ¿Sabes?
-Serena...dime una cosa. ¿Qué es lo que me perdí?; ¿Cuándo maduraste tanto?
Ella frunció el ceño al momento que sus mejillas se teñían de un bonito color carmín. Gerónimo río. Le encantaba hacerla enfadar, ¡Lucía tan linda enojada!
Serena se desenredo con brusquedad de los brazos de Gerónimo y se levantó con rapidez, al hacerlo, sus tobillos se enredaron y la escena culmino en una dolorosa caída contra el pecho de su novio.
-¡Ay, Serena!-Gruño Gerónimo-Sigues siendo la misma torpe.
-¡Que romanticismo el suyo, señor Salvatierra!
Ambos se miraron fijamente a los ojos. Se perdieron el uno en el otro una vez más. Sus labios lentamente se fueron acercando, con una lentitud casi devastadora. La beso suavemente, con ternura e intensidad.
Ambos se dieron cuenta en ese preciso momento que el amor empezaba florecer, dejando atrás las inseguridades y la inmadurez. Empezaban a crecer. Por fin, eran Serena y Gerónimo. Porque no podía ser de otra forma.



Valentín esperaba pacientemente que Scarlett y Rodrigo volvieran con las maletas. Feliz, observaba como sus dos niños correteaban alrededor de Emma, que sonreía con ternura.
Así de esa forma, no parecía tan desquiciada. No podía evitar preguntarse si no estaría cometiendo un grave error al haber tomado la decisión de internarla en un centro de salud.
-¿Por qué lo hiciste, Valentín?-Emma de repente se había acercado a él, llorando desesperadamente.
-Emma, cálmate...luego hablaremos de ello.
-¡Mentira!, ¡Mentira!...¡Tu me engañaste, nunca me quisiste, eres un maldito!, ¡Ahora estas aliado con esa arpía!
-Te lo ruego, Emma, guarda silencio...compórtate aquí-Puso sus manos en los hombros de ella al notar que varias personas a su alrededor los miraban.
-¡Eres un desgraciado!-Ella se abrazó a él con fuerza-¡Me ilusionaste Valentín!; ¡Pensé que me amabas! ¡Teníamos una vida!...-Emma lloraba, y Valentín no podía sentirse más aturdido y culpable. La niña comenzaba a chillar junto con su madre, y su hijo lo miraba con altivez.
-Yo te quise Emma, enserio, pero no podía negarme lo que soy...-Empezó a decir él, eligiendo las palabras con cautela. No quería herirla...aun más.
-Emma, ¿Otra vez con tus escenitas?...Por favor, no seas tonta-La voz gélida de Scarlett sonó a unos pasos de ellos. Emma se separó de él tan rápido como si hubiera recibido un choque de electricidad. Vaciló unos segundos, daba la impresión de que de un momento a otro se abalanzaría sobre su hermosa prima pero sólo sonrió con ternura.
-Lucecita, ven, dale un abrazo a tu mami-La niña se acerco a ella con los ojos enrojecidos e hinchados-¿Por qué lloras?, las niñas bonitas como tú no deben llorar nunca.
-¿Ves lo que te digo, Valentín?-La voz arrogante de Scarlett retumbo en sus oídos produciéndole irritación. No la soportaba pero no tenía otra salida. Quería a sus hijos con él.
-Como digas-Rodrigo se acerco a su novio y lo tomó de la mano. Scarlett hizo un gesto de desagrado, esas estúpidas demostraciones anormales de cariño siempre la asqueaban. Esquivó la mirada conteniendo las ansias por insultarlos. Malditos raros, los golpearía si no fuese una mujer.
-Marchémonos de aquí-Ordenó con su voz autoritaria-que ya tengo jaqueca por tanto ruido, espero que tu casa Valentín, sea tranquila.
Rodrigo y Valentín suspiraron con resignación y partieron detrás de Emma, Scarlett y los dos niños.


El recinto era enorme. Un imponente edificio blanco, de bastos jardines verdes, se alzaba ante ellos. En la entrada, un letrero azul con letras doradas profesaba: “Centro de salud mental, Sant Anthony”.
El joven escritor observo preocupado a su alrededor, aun no estaba muy seguro. Su novio apoyo una mano en su hombro y le miro con profundidad. Dos simples gestos que transmitían tanto.
-Scarlett, ¿Estas segura que es un buen lugar?...
-El mejor en los alrededores, por ello el más caro...
-Bueno, supongo que deberé confiar en ti...¿Cómo haremos para que ella acepte quedarse?...
-No te recomiendo que se lo digas, ya los enfermeros se encargaran de ello, Valentín.
Un grupo de médicos salió a recibirlos. Todos sonreían con afabilidad y parecían muy amables. El de mayor edad, un hombre entrecano de ojos azules, invito a Scarlett y Valentín a pasar al consultorio.
-Rodrigo, por favor, encárgate de los niños unos segundos. Cuídalos y deja que se despidan de su madre.
Se sentía mareado. Algo en él le advertía que no estaba haciendo lo correcto. Una sensación de malestar le recordaba todo el daño que le provoco a Emma. La culpa lo corroía...fluía por todo su cuerpo como lava ardiente. No lograba pensar claro.
Vio como los enfermeros convencían a la rubia mujer con alguna falsa promesa...tan joven y bella, su vida estaba acabada. Le rompió el corazón el ver como Emma abrazaba por ultima vez a Luz y Benjamín.
-Claro Val, tú sólo sé fuerte, por ellos...por ti mismo.

-Déjate ya de tonterías y sigue al doctor- Le reclamó Scarlett en un susurro. Ambos siguieron al medico por unos pasillos hasta llegar a su oficina. Valentín aun se sentía perdido.

Media hora después el taxi se alejaba de aquel sanatorio mental, y lo único que Valentín podía sentir era la mano de Rodrigo sobre la suya y el peso de los recuerdos sobre su espalda. Sólo quería remediar todos sus errores.


El teléfono de la casa de Serena sonó con estrépito en las primeras horas del amanecer. Se encontró dormida en la alfombra de su casa junto a Gerónimo. Se levantó un poco risueña y como tenía los ojos aun entrecerrados se choco contra la mesita ratona e hizo caer el teléfono. Maldiciendo su pastosidad tomo el auricular y respondió.
-¿Hola?-Dijo ella. Estaba un poco extrañada porque Gerónimo no se había despertado con todo el alborto que armo.
-Señorita del desastre-Una voz tierna llegó desde el otro lado.
-¡Valentín! ¡Valentín! ¡Eres tú!-Ella empezó a dar gritos y saltos de emoción que si lograron sacar a Gerónimo de su profundo sueño. La miró con molestia.
-¡No sabía que me habías extrañado tanto!-Comentó el con voz jocosa.
-¡Claro que sí! ¡Debo verte ya!; ¡No sabes todo lo que tengo para contarte! ¿Qué haces ahora?, ¿Puedo ir a tu casa?, ¡Pero claro que voy ahora mismo, que tonta soy!-Y colgó el teléfono de repente.
-Me voy Gerónimo, adiós. Cuando vuelva te cuento.
-¿Y no te vas a cambiar de ropa?, ¡tienes puesta la misma que ayer!
Pero ella no lo escucho, salió de la casa como un rayo, colmada de emoción y ansias por reencontrarse con su mejor amigo. ¡Lo había extrañado tanto!

Cuando Valentín escucho el timbre de la casa sólo sonrió. Esa manera peculiar de llamar a la puerta era sólo de Serena. Abrió con entusiasmo y ella se abalanzo sobre el sin meditarlo. Lo abrazo con toda la fuerza que era capaz y él le devolvió con él mismo ímpetu.
-¡Eres un estúpido!-Le reprocho ella mientras estaban abrazado-¡No avisaste nada, no sabes como me preocupe, tonto!
-Lo siento Serena, estaba tan dolido y fue todo tan repentino, que no tuve tiempo de nada, no pensé nada. ¿Me disculpas?
-Claro-Ella deshizo el abrazo. Y lo miró de arriba hacia abajo.
-Oye, luces algo viejo desde la ultima vez que te vi-El soltó una carcajada sincera, de esas que sólo Serena sabia provocar.
-¿Por qué no te miras al espejo antes de decirme algo?, estas toda desarreglada...
-No tengo la culpa de que me llames a las seis de la mañana...
No pudo terminar la frase porque de uno de los cuartos de huéspedes del departamento de Valentín salió una mujer hermosa vestida sólo en bata. Tenía una mirada agria cuando la miró.
-¿Qué es tanto alboroto?, estaba tratando de descansar...
Valentín le pidió disculpas a Serena con la mirada por el comportamiento de su concubina. Lo avergonzaba tanto.
-Serena...ella es Scarlett, la tía de mis hijos. Vino a vivir conmigo.
-Mucho gusto-Dijo la rubia con emoción-¡Eres guapísima!
-¡No me digas que ella también es rarita, por favor!
Valentín suspiro nuevamente.
-¡No!-Le respondió Serena con un gritito- ¡Solo quería hacer un cumplido para caerte bien!
-No te esfuerces-Dijo ella secamente y se retiro de la presencia de ambos.
-¡Que tipa más amargada!


-Señor, lo siento-Le dijo Marcia con tristeza fingida. Octavio tenía la mirada perdida en algún lugar del techo. Estaba intentando con todas sus fuerzas no llorar-Si quiere puedo acompañarlo al centro de salud a terminar con los papeles de su difunto tío.
-Te lo agradezco, Marcia, pero es algo que debo hacer solo. Dile a todo el personal que hoy y mañana cierra la empresa por luto.
No espero a que ella contestara y se dispuso a salir del edificio. Mientras caminaba tenia la impresión de que todo estaba mal. Su tío favorito había muerto después de años de sufrir esquizofrenia y en unos de sus ataques, se corto las venas.
Una vez en el lugar, camino por los alrededores para infundirse fuerzas para ver el cuerpo sin vida de su tío. No sabia si sería capaz de soportar tanto dolor.
Cerró los ojos, y camino por los jardines.
Todos los pacientes deambulaban como perdidos, y el pasaba desapercibido. Un hombre de pelo negro bajo un árbol leía un libro y una señora de avanzaba edad le daba de comer a un niño con discapacidades motrices. A veces el mundo era tan injusto.
Una mujer que se encontraba corriendo una mariposa llamo su atención. Era hermosa, con su cabello rubio y su mirada azulina.
Ella se percato de que él la observaba y se acerco a él.
-Hola señor-Dijo con voz dulce-sus ojos están muy tristes...
Debía de ser una paciente.
-Así es, hoy he perdido algo muy valioso.
-Si usted lo desea, yo puedo ayudar a encontrarlo. ¿Qué era?
-Una vida...
-¡Ah!; lo siento, eso no se recupera...pero no este triste. Hay otra vida mejor que esta, yo quisiera estar allí. Si lo que se perdió se fue de esta vida seguro esta en la otra, mucho más tranquilo. No se aflija.
-Gracias, eres un ángel. ¿Cómo te llamas?
-Mis padres me pusieron Emma...-Contesto con voz de niña-¿Y usted?
-Octavio...un placer de conocerla señorita.
-Octavio, el de los ojos tristes. Mi nuevo amigo...

Gerónimo esperaba impaciente fuera de la casa de Valentín. Cumpliría la promesa que le hizo a Serena auque le costara su orgullo...toco una y otra vez. La puerta se abrió y el quedo estupefacto.
-¿Scarlett?, ¿Qué diablos haces aquí de nuevo?

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